El 2020 fue todo desafío ¿de qué manera surcar la crisis ecosistémica desde la gestión cultural independiente? La respuesta es harto conocida por quienes hacen: reinvención y red. Pero quisimos sumar otro término a la fórmula: agradecimiento. Nada de esto es posible sin público, artistas, amigxs, gestores compañeros ¡Gracias! por seguir en movimiento, por apostar a la producción de artistas locales, por compartir este proyecto y acercarnos otros. Queríamos terminar el año expresándolo y compartiendo este texto, salido del afecto mismo, que nos dedicó nuestra escritora -amiga entrañable de la casa- Tamara Naymark *
Cómo escribir un texto que no esté afectado por el sentimentalismo, pero que a la vez contenga todo el sentimiento del universo. Tarea difícil. Escribo cursi. Igual con los años cambié un poco. O será que lo cursi ya no me asusta. No me interesa el formalismo para escribir esto. No quiero ser una crítica fría. No me interesa ser una crítica. Voy a ponerle el corazón. Júzguenme.
Una frase que leí de Claudia del Río me acompaña hace años. “Más de dos hacen un club, así fundas todo lo que importa” ésta idea, me ayudó para todo. Me hizo comprender el mundo del quehacer colectivo con otro cristal en los ojos. Me dio vuelta como una media. Me hizo cambiar la dirección de la mirada.
Al fondo de Delta, hay un ventanal, atrás del ventanal hay un lapacho inmenso, en invierno está pelado, en primavera se peluquea rosa viejo y brilla con todo su esplendor. Me acuerdo cuando entré por primera vez. Estaba vacío y me pareció una escena hermosa. En esa vacuidad había toda una intención. Lo sé. Pero una intención no es nada por sí sola. Para que haya algo más, para que algo más exista, la intención tiene que contener acción. Entonces ese vacío tenía la potencia de algo por venir. Ahora que escribo éste texto, sin motivo aparente más que el cariño que me abraza por éste espacio, encuentro la motivación por ese lado. Ahora que el tiempo pasó tan rápido, y que vi Delta sin nada, transformarse, cambiar cosas de lugar, ahora que pasó el tiempo y en Delta nos dimos talleres, y vimos textos que circularon, y disparadores que abrieron otros relatos, otras poesías, otras formas de nombrar el mundo, ahora que ví transcurrir artistas y obras impresionantes dejando y dando todo, confío en la fuerza del deseo.
Confío en la visión de un futuro cercano, confío en la proyección desde la potencia del sueño. Parece cursi decirlo así, pero bueno, sabemos que en un mundo que nos quita muchas cosas, no está mal soñar chiquito y después darnos cuenta que eso puede hacerse grande. Pero en soledad no. En soledad nada es posible. Y que alguien me diga que eso es mentira que tengo argumentos a mi favor para refutarlo. Proyectar siempre en red, red donde confluyen y se multiplican los puntos del encuentro. Unir varios hilos diferentes. Ir armando sobre la marcha. Entrenar el encuentro. Delta abrió y se multiplicó con otras derivas. Este texto es una forma de deriva también. Me cuesta mucho desanclarme del cariño por quienes fundaron éste club. Pero escribir es una forma de verdad. Una vez les dije a les chiques. A Flor y a Juan que son mis amigues, que entrar a Delta, era como entrar a casa después de un día horrible, te sacas las zapatillas, te pones cómoda, y otra cosa sucede. Después apareció Flama y sí antes sentía admiración, esa admiración se centuplicó. Me gusta saber, que no queda atrás de ustedes el concepto de compartir. Que no queda atrás la idea de transformar el mundo. Que parece que hacerlo es una tarea titánica, pero que intentarlo desde un espacio de humildad hace que ese horizonte no se vea tan lejano. Como una constelación afectiva, unieron artistas. Me uno a esa constelación. Ustedes plantaron la semilla de la unión entre artistas. Se dan a conocer, mientras se conocen. El tiempo del trabajo y de la confianza como algo que se entrena. Nunca olvidan que éste quehacer es un manifiesto de un tiempo que nos pide que nos posicionemos en el mundo, que militemos poniéndolo todo al servicio del sentimiento y de la vocación.
Me da mucha alegría verles proyectades en el amor. Ya lo dije, no me importa. Pero verles flashear con la semilla que ustedes mismes sembraron me da orgullo. No tengo otras palabras para describir ésta casa. Auguro muchas cosas por venir. Auguro un porvenir único, que vamos a ir descubriendo juntes. En la maravilla de lo que todavía no es, en la incerteza, en la incertidumbre, pero en la fuerza de hacer, y en la fuerza de nunca parar. Leí: la morfología de una obra se da sobre la marcha sino no es obra, es un edificio. Me gusta poder compartir el mientras tanto con ustedes, acompañarles, ser espectadora, partícipe, amiga orgullosa, también crítica, siempre. Les agradezco. En la casa, en la oficina, en el taller, en el campo, siempre el destino es ir hacía el otre, hacerle la invitación, y entregarse a la experiencia.

*Tamara Naymark
Nació en Santa Fe, tiene 32 años. Realizadora Audiovisual. Egresada del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (ISCAA) de la ciudad de Santa Fe. Fotógrafa. Fundó el Slam de Poesía Oral de Santa Fe. Es coordinadora de talleres de escritura creativa. Educadora formal e informal. Escribe poesía. Sobre su bio apunta: «No me considero escritora, sino alguien que escribe. No concibo la escritura sin la lectura. Mi materia prima para producir es el mundo exterior».