Polisemia 6 – María Victoria Rittiner Basaez/María Belén Garófalo

ENTRE EL DESCARTE Y LA SUTILEZA

Creo en los paisajes desolados que me recuerdan el rito de sanación y la limpieza del cuerpo herido: la frescura después de una tormenta.

Las fotografías de Belén siempre me teletransportan a espacios que transité mil veces, pero no por una cuestión referencial, sino porque actualizan en mí escenas que están recubiertas de acciones cotidianas. Recorro detenidamente cada una de esas escenas y me siento parte, sé que estuve ahí en algún otro lado del fuera de campo. 

Creo que esa sensación responde a que su fotografía constituye el registro de las marcas que dejan ciertas acciones breves y simples que permiten reponer un cuerpo, incluso, cuando no lo vemos. Me habla de un ojo que registra, pero que al mismo tiempo diagrama y diseña imágenes, es decir, recorta fragmentos del mundo para ponerlos en otro lugar. Aun así pareciera que todos aquellos recortes no tienen marcas de manipulación ni poses, algo que apareció frente a la cámara y ya, como una suerte de objet trouvé que se resignifica al modificar el contexto en el que es presentado. 

En estas imágenes sobre viajes y vacaciones, lo memorable no se configura a partir de una perspectiva turística, sino que aquello que se recupera son las escenografías que pueden tener lugar en cualquier escenario. Si bien hay una nostalgia por los espacios, esa misma nostalgia se extiende a los modos de habitarlos, es decir, a la apropiación de los espacios y los rastros que dejamos en ellos a partir de dicha apropiación. Así, lo que estas imágenes inscriben es el modo en que fuimos en los lugares que habitamos y los rastros que dejamos allí.

Aunque en este registro hay algo de lo corporal que es inaccesible, los objetos presentan una carga de acción en tanto vestigio de la presencia humana. E incluso cuando hay una presencia corporal, hay algo obturado, algo que falta. En general, vemos fundamentalmente objetos abandonados o en soledad, pero en ellos podemos leer las acciones cual si fueran rastros de algo que en algún momento aconteció. En la carga que genera la acción también se juega la idea del ritual: la ropa tendida secándose al sol en la playa y en el camping, la silla de playa rota y desechada en el camino como restos arqueológicos, paisajes desiertos como altares y monumentos. Todas ellas constituyen escenas donde pasó un cuerpo y dejó una huella. 

A través de este archivo, Belén construye una poética del descarte, es decir, de aquello que aparenta no tener el estatuto de lo fotografiable y hace foco en detalles en los que no solemos detenernos, quizás, por la sutileza de lo cotidiano. En este sentido, el gesto de coleccionar imágenes de descarte remite a una configuración del recuerdo en la que se recuperan imágenes para olvidar otras en pos de un eterno placer por la nostalgia. Es ese mal de archivo lo que moviliza a registrar. Ya que no todo puede ser guardado y, simultáneamente, todo es propenso a ser destruido, archivar el descarte plantea una decisión que es estética pero, también, política frente a qué es lo archivable o, bien, qué puede llegar a serlo. 


María Victoria Rittiner Basaez nació en el año 1992 en Esperanza y actualmente reside en Santa Fe. Estudia Letras y forma parte del Grupo de Investigación en Semiótica de la Universidad Nacional del Litoral. Publicó una serie de poemas en el fanzine “Enramada” de Corteza Ediciones (Santa Fe) junto con ilustraciones de la artista Celeste Catalano. En el año 2018 formó parte de la residencia del Festival Internacional de Poesía de Rosario junto con 20 poetas de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. En 2019 participó de la antología de poetas jóvenes de la Carretilla Roja con una selección de poemas titulado «El amor es una pileta que se arma todos los veranos». Forma parte de Anajunno, banda de dream pop y shoegaze donde toca sintetizadores, canta y compone. Coordina el segmento “Antena chat” dentro del programa “Antena repelente” del sello discográfico santafesino Repelente discos.

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